El 11 de enero de 1924, el Papa Pío XI firmó el Breve con el que la Institución Teresiana era reconocida universalmente y aprobada a perpetuidad. Aprobación Pontificia que fue el reconocimiento de un modo singular y novedoso de vivir la llamada de la fe de todo bautizado en el mundo, al estilo de los primeros cristianos, hito que permitió la expansión de la Obra, siendo Chile el primer país al que llegó después de España. Privilegio y alegría que siempre nos ha acompañado y que nos anima a celebrar este Centenario como hijas e hijos primogénitos de la Obra de Poveda.
Con este motivo nos sumergimos en el río de gratitud y alegría que recorre la geografía universal para celebrar la Eucaristía presidida por Monseñor Fernando Chomalí Garib, como pueblo humilde y confiado, comunidad orante y agradecida por el largo camino recorrido y portadora de esperanza que atisba nuevos senderos.
En un ambiente de fe y alegría, los presentes dieron gracias por el legado de San Pedro Poveda y la misión de la Institución Teresiana, que ha inspirado a generaciones en su búsqueda de la verdad y el servicio a los demás.
La Eucaristía fue un momento de reflexión, gratitud y renovación espiritual, en el que los participantes se comprometieron a seguir adelante con la misión de la Institución, siguiendo los pasos de su fundador.
